sábado, 4 de abril de 2009

Un guiño de Complicidad

Hoy me pareció verte, al entrar a un restaurante sucedáneo de japo. Tú, defensor a ultranza de los bares con suelos decorados con cabezas de gambas, de las copas de Rioja y Ribera, de los bocadillos de calamares y del bar de tu amigo coreano.

Con tu aspecto de siempre niño y tu sonrisa de buen corazón. Fué un instante, parecías feliz.

Tal vez no eras tú, pero la probabilidad te regala este post.

Fuiste lo más parecido a mi media naranja, con tu cabeza llena de estanterías de historias y tu boca callada para escucharme. Un gran compañero del mundo real al imaginario, sin temor a resbalar en el camino. Una mano igualitaria sin atisbo de paternalismo. Sin rastro de seducciones con trampa, sin falsas promesas, ni exigencias personales.

Bailamos en el salón de las galerías, vivimos en el almacén de libros, paseamos por los soportales de Santander, reímos tomando unas copas, charlamos en un banco de madera y rodeamos una procesión.

Sólo me pediste una cosa, que espero incumplir, a sabiendas, que aún así, te hará feliz: " No tener más de dos novios" (en toda mi vida, no a la vez, vale!). Deseo desobedecerte algún día y ser feliz en compañía.

Por todo lo demás, si eras tú, él que sonreías en el Wok Garden, tus ojos alegres son merecedores de mis mejores deseos.

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